Mucho camino por recorrer

El ciclo sobre ética y atención a mayores realizado por Novaire deja muchas cuestiones para reflexionar y conseguir. El objetivo es que este colectivo disfrute de la vida y cuente con los instrumentos necesarios para vivir, saber vivir y ser feliz.

Víctor M. Romero

Introducir un concepto filosófico en un debate no es sencillo. Pero es necesario. Debido a ello, desde Novaire decidieron profundizar durante su ciclo de conferencias de 2013 en el término «ética» en el ámbito de la atención y cuidado de las personas mayores con el fin de reflexionar sobre su incidencia en la vida cotidiana de los mayores, tocando los ámbitos profesional, público y familiar.

 

Para ello, ponentes de reconocido prestigio como los filósofos Fernando Savater y José Antonio Marina o profesionales del sector como la presidenta de la Fundación Cuidados Dignos, Ana Urrutia, el director del portal de Inforesidencias, Josep de Martí, y la presidenta de la Fundación Pilares, Pilar Rodríguez, y Álvaro Prieto, director territorial de Alicante de la Conselleria de Bienestar Social , llegaron a la conclusión de que la ética en la sociedad y en cada individuo que la conforma son necesarias para que los mayores sean felices.

 

El encargado de abrir el ciclo Novaire fue Fernando Savater, quien en su ponencia «El sentido de la vida ante la presencia de la muerte» recordó la definición de ética que dejó escrita en su libro Ética para Amador al afirmar que era «el arte de vivir, el saber vivir, por lo tanto el arte de discernir lo que nos conviene (lo bueno) y lo que no nos conviene (lo malo)».

 

Con esta idea central, el filósofo aseguró que «la muerte no es un riesgo sino una certeza que hace la vida intensa, real y nos hace amar las cosas», por lo que consideró que esta certeza es la que une a los hombres y los hace cómplices, «ayudándonos unos con otros para vivir con intensidad».

 

Y no sólo durante la etapa de juventud, ya que para Savater la sociedad actual «tiene la anomalía de que observa la vida como un estereotipo de la juventud y que fuera de ella todo es morbo, perdiendo la relación de la vida con el tiempo y con la desaparición de los elementos».

«El cuerpo no está asegurado. En la vida nos tenemos que ayudar unos a otros. Todos somos cómplices en la lucha contra la desaparición del cuerpo. Y eso es lo que dice la ética. No promete la salvación. Lo importante es saber si hay vida antes de la muerte, viviendo con intensidad, sabiendo que hay algo».

Fernando SavaterFilósofo y escritor

Yo abogo por integrar en el cuidado de las personas mayores a la familia, pero escuchando lo que dice el usuario y siendo desde los centros proactivos. Se puede hacer una relación de consenso

Ana UrrutiaPresidenta de la Fundación Cuidados Dignos

Sobre la vejez, el aprendizaje y sobre todo la felicidad se pronunció José Antonio Marina en su videoconferencia al afirmar que «hay una inteligencia de los niños, una de los adolescentes, otra de los adultos y una más de las personas mayores porque cada momento de la vida tiene problemas diferentes». Tener en cuenta estas inteligencias es fundamental, ya que la función principal de la inteligencia es «facilitarnos conseguir la felicidad».

 

¿Y qué es la felicidad? Es un concepto vago que para Marina se puede concretar en la «satisfacción armoniosa de tres necesidades o deseos: pasarlo bien, la vinculación social (sentir que podemos hacer algo por los demás) y sentir que se progresa. Y estos deseos o necesidades se pueden dar también y sobre todo en las personas mayores».

 

De hecho, Marina considera que «el aprender a una edad avanzada es mucho más estimulante que en cualquier otra etapa de la vida», por lo que «si se recupera el interés por aprender se produce un rejuvenecimiento de su capacidad para resolver los problemas que tenemos». Aquí es donde entra, según el filósofo, el papel de la ética, ya que ésta es la mejor de las soluciones que se le ha ocurrido a la inteligencia humana para resolver la felicidad personal y la dignidad de la convivencia.

 

Debido a ello, la sociedad actual debe aprender a envejecer y considerarla una actividad importante de los seres humanos. «Para ello hay que saber cómo mantener al máximo las posibilidades de una vida autónoma, útil y aprender cosas», explica José Antonio Marina, al tiempo que lamenta «el gran bajón que se produce en muchas personas que se jubilan porque tras dejar esa ocupación social tienen la sensación de desaparecer». Sin embargo, hay una solución: aprender otro tipo de vida.

 

En muchas ocasiones, según José Antonio Marina, «el mejor sitio para aprender o vivir esta nueva etapa es en una buena residencia, que le ofrezca oportunidades». Y lo compara con la escuela y los niños desde el punto de vista de que la sociedad «tiene que darles la oportunidad porque son dos edades de la vida en la que las personas están en una situación de indefensión».

 

El cuerpo no está asegurado. En la vida nos tenemos que ayudar unos a otros. Todos somos cómplices en la lucha contra la desaparición del cuerpo. Y eso es lo que dice la ética. No promete la salvación. Lo importante es saber si hay vida antes de la muerte, viviendo con intensidad, sabiendo que hay algo

José Antonio MarinaFilósofo y escritor

Los centros para mayores deben ser espacios para vivir, no para dormir. Deben aglutinar excelentes niveles de comunicación e información entre los usuarios y los empleados, con un ambiente que genere un proyecto común y de vivencias

Pilar RodríguezPresidenta de la Fundación Pilares

Conclusiones del ciclo Novaire

1

La ética, tanto personal como profesional, debe impregnar todos los sectores en el campo de la atención a los mayores: trabajadores, administración pública, empresas, familiares y las propias personas mayores.
2

Las personas deben saber utilizar la ética para sacar conclusiones de la muerte, pero no como algo a lo que temer, sino como algo que se debe compartir y superar.
3

La implicación de la familia es fundamental en el tratamiento y la asistencia de las personas mayores. Sin embargo, todos los servicios deben tener en el centro a las personas mayores.
4

Es imprescindible una mejor planificación de la atención sociosanitaria. Para ello hay que estudiar las características y necesidades de la población, integrando a las estructuras sociosanitarias y poniendo a las personas como protagonistas y actores principales.
5

Los poderes públicos deben garantizar que ninguna persona quede por debajo del mínimo ético para vivir. El reto es determinar dónde está ese mínimo ético. Y este esfuerzo lo tiene que hacer el Estado.
6

La normativa está basada en la preexistencia de una desconfianza con las residencias. Es un sistema sancionador y sospechoso. Hay que eliminar esta desconfianza existente en la base de la normativa para trabajar con complicidad entre todos los agentes implicados.
7

Hay que cambiar con la mayor rapidez posible la normativa actual de atención a los mayores, que no soluciona la problemática de las personas. Si no se hace ahora, con cerca de un 16% de la población mayor de 65 años y las perspectivas de un futuro más envejecido, habrá que hacerla rápido y mal.
8

Hay que cambiar el estereotipo de que la vida es lo que hemos vivido en la juventud. Lo importante es saber que hay vida antes de la muerte, habiéndola vivido con intensidad.
9

Las personas mayores deben de recuperar el interés por aprender, lo que produciría un rejuvenecimiento de su capacidad para resolver los problemas. Esta pasión por aprender nos va a dar una mejor posición para solucionar nuestras metas.
10

Las centros para mayores deben ser espacios para vivir, no para dormir. Debe aglutinar excelentes niveles de comunicación e información entre los usuarios y los empleados, con un ambiente que genere un proyecto común y de vivencias.
11

Hay que aprender a envejecer y saber cómo mantener al máximo las posibilidades de una vida autónoma y útil, aprendiendo constantemente. Y esto debe ir unido con un aumento de la responsabilidad de las personas mayores.

La experiencia es un grado

Miguel Ruiz.

Exempresario de Alicante.

 

«El aburrimiento es lo peor que nos puede pasar»

Víctor M. Romero

Da la mano fuerte, muy fuerte, a sus 94 años, rompiendo cualquier idea preconcebida sobre él y su edad. Algo que se vuelve a producir al escucharle hablar con locuacidad. Y es que Miguel Ruiz es el reflejo de la experiencia y la sabiduría. La experiencia del trabajo constante de la juventud en la que «me dedicaba completamente a la empresa». Y la sabiduría adquirida después de su jubilación, forzosa, de que todas las personas tienen que ser activas, hacer cosas y no quedarse paradas. «Empecé a disfrutar durante mi vejez», afirma Miguel Ruiz.

 

­¿Por qué dice que en su vejez comenzó a hacer las cosas que realmente le gusta?
Yo viví la Guerra Civil Española justo después del Bachiller y después no pude estudiar como muchos otros. Me dediqué a trabajar en la empresa familiar y después en muchas otras de sectores como el turismo, el transporte o la perforación de pozos, área en la que trabajé para una empresa americana y después fundé la mía. En esos años, hasta que el Gobierno español prohibió la perforación de pozos en España y tuve que cerrar la empresa, mi vida había sido trabajar. Con esta jubilación «forzosa» a los 63 empecé a hacer cosas por entretenimiento y porque me gustaban. No podía haberlas hecho antes.

 

¿Cómo cuáles?
A la Universidad fui por primera vez con 60 años, poco antes de jubilarme. Pero una vez jubilado siempre he ayudado y formado parte de clubes y asociaciones deportivas de Alicante: tiro olímpico, esgrima, hípica,… He sido siempre una persona muy inquieta y aún lo sigo siendo. Empecé a pintar con 70 años (en su habitación de Novaire tiene varios de sus cuadros) y todos los días ando tres kilómetros, hago pesas, voy a clases de música, astronomía e historia, así como de informática.

 

¿Y cómo vive con tanto actividad?
¿Cómo viviría sin esa actividad? Veo muchas personas mayores como yo que no tienen nada que hacer. Se aburren, se quejan y maldicen. Y eso es lo peor que nos puede pasar y que le puede pasar a una persona. ¿te imaginas estar 12 horas al día sin hacer nada? Ahora que no tenemos motivos profesionales tenemos que buscar actividades que nos entretengan y que nos sean favorables. Si no tuviera nada que hacer la vida sería un calvario y todos los talleres de Novaire nos dan la oportunidad de ser activos. ¿Qué cómo vivo con tanta actividad? Pues muy feliz.